En la entrada anterior de este blog, titulada “El Acuerdo de París como base de las políticas de conservación de carreteras”, se concluía que una posibilidad para garantizar la conservación de las carreteras es la creación de un fondo alimentado por dos nuevas tasas: en primer lugar, una tasa suplementaria al impuesto de matriculación, que dependería del tipo de vehículo, cuyo valor se fijaría dependiendo del consumo teórico y de la que estarían exentos los vehículos eléctricos; la segunda sería suplementaria al impuesto especial sobre hidrocarburos, por lo que repercutiría en los gastos de transporte según las distancias recorridas y habría de depender del tipo de combustible en la medida en que no todos suponen la misma contribución a la emisión de gases de efecto invernadero (GEI).
Sin embargo,
en esa entrada no se hacía referencia alguna a la conservación de las vías
urbanas, cuyos problemas son algo distintos de los que plantean las carreteras
interurbanas. A fin de complementar lo ya expuesto anteriormente, se presenta
ahora una propuesta específica para las vías urbanas, también con una base
ambiental y también para poder garantizar la disposición de recursos para
la conservación.
Frente a lo
que pretenden algunos ayuntamientos de grandes ciudades, que consiste en
definitiva en restringir el paso de los vehículos por algunas o por muchas de
las vías urbanas, lo que aquí se propone es no limitar las posibilidades de
moverse, pero imponer un pago por esa posibilidad, en la medida en que se está
contaminando y además se está utilizando el espacio público. Las medidas a
implantar serían tres (las dos primeras pueden ser casi inmediatas, la tercera
requeriría procedimientos adicionales para su gestión):
1. Aumento (o
en su caso implantación) de la tasa por estacionamiento, que se debería
extender, frente a la más generalizada situación actual, tanto temporalmente
(las 24 horas del día y los 7 días de la semana) como espacialmente (incluyendo
todas las vías urbanas del término municipal, sin excepciones). Obviamente, las
tarifas habrían de variar con el momento, con la situación de la vía y con el tipo
de vehículo (los eléctricos pagarían menos, pero pagarían en función
de su tamaño, por cuanto también ocupan espacio).
2. Tasa
suplementaria al actual impuesto de circulación, que dependería del tipo de
vehículo (los eléctricos estarían exentos de esta tasa en la medida en que no contaminan).
Deberían establecerse los mecanismos necesarios para que esta tasa suplementaria
de carácter municipal hubiera que pagarla en todo el territorio nacional y
habría de ser uniforme, a fin de evitar la deslocalización de las flotas.
3. Implantación
del "pricing", es decir, del
establecimiento de una tarifa por entrar a una zona determinada de las grandes
ciudades. Esta tasa dependería del tipo de vehículo; los eléctricos no estarían
exentos (contribuyen a la congestión), aunque pagarían menos (no contaminan).
Esta tasa es la más difícil no ya de implantar (puesto que se requiere una
voluntad política que no parece existir con claridad en este momento), sino sobre todo de
gestionar, por obvias razones técnicas y porque a ella pretenderían optar operadores
privados de diverso tipo.
En cualquier caso, en línea con lo ya expresado en la anterior entrada del blog, estas tasas deberían alimentar un fondo, en este caso municipal, dedicado tanto a la conservación de las vías urbanas como a la introducción de mejoras en el transporte público.
En cualquier caso, en línea con lo ya expresado en la anterior entrada del blog, estas tasas deberían alimentar un fondo, en este caso municipal, dedicado tanto a la conservación de las vías urbanas como a la introducción de mejoras en el transporte público.